lunes

Colicos infantiles



El cólico del lactante o un espasmo o una contracción dolorosa del intestino, se trata de un fenómeno, de un periodo delicado, que causa molestias a la mayoría de los bebés. No se trata de una enfermedad grave.
Cómo detectar los cólicos
Se puede detectarlo cuando tu precioso bebé deja de estar callado, de ser pacífico y tranquilo, y empieza a llorar y a gritar al final de cada tarde y principio de la noche. El llanto pasa a ser constante y puede durar hasta tres horas ya que no existe nada que pueda evitarlo. Hace con que los padres se sientan desesperados y frustrados, y al final, muy cansados. Eso es lo que llamamos de cólicos del lactante.
El cólico no dura para siempre
Los cólicos suelen manifestarse durante la tercera semana de vida del bebé y normalmente duran hasta la quinta o sexta semana. Felizmente, el cólico no dura para siempre. La mejoría es lenta pero segura, desapareciendo por completo al tercer més de vida. A partir de ahí si el cólico persiste, se puede considerar otro diagnóstico como el reflujo. Con frecuencia el cólico se inicia a la misma hora cada día, y de una forma repentina. Cuando los bebés lloran tambien pueden mover las piernas y los brazos, encogiéndolos y posteriormente estirándolos. Hasta pueden ponerse bien rojos de llorar. Al llorar, el bebé traga aire y eso provocará más dolor por los gases y puede hacer con que el estómago del bebé se vea hinchado y duro. A pesar del dolor abdominal, los bebés comen y suben de peso normalmente. El diagnóstico del cólico se basa en la descripción que dan los padres del llanto de su bebé. Pero un examen físico cuidadoso es importante para asegurarse que el bebé no tiene una hernia, un pelo en el ojo o algún otro problema médico que necesite atención.

domingo

Como ayudar a que nuestros hijos hablen


A todas las mamis que tienen hijos pequeños que están en el proceso de aprender hablar, aquí les traigo algunos consejos que pueden mejorar y ayudar a que esto sea mas fácil y rápido, claro esta con mucha paciencia y amor, para que salga de forma natural y no los lleguemos a frenar con nuestros apuros.

Utilizar constantemente un lenguaje claro y adulto, evitando los diminutivos y el lenguaje infantilizado.

Si el niño comete errores en su lenguaje, no reír estas incorrecciones, repetir constantemente la expresión.

Habituar al niño a que sepa escuchar y que él también sea escuchado.

Acostumbrar al niño a que mire a los ojos a la persona que habla, acudir cuando se le llama, dejar lo que esta haciendo y atender a lo que se le dice, no interrumpir a los demás hasta que no hayan acabado su mensaje.

No le atosigues porque te parezca que va lento, cada cual tienen su ritmo de pronunciación.

Señala o marca turnos de intervención del niño.

Siempre que el niño inicie una conversación intenta que esta se mantenga el mayor tiempo posible.

Si le cuesta utilizar correctamente alguna de las partes de la oración o las construye mal, ofrécele el modelo correcto, pero tomando aquello que ha dicho y repitiéndoselo correctamente.

Realiza actividades con el niño, sobre todo aquellas que estimulen el lenguaje espontáneo.

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